Durante los últimos 25 años nos hemos centrado en identificar los genes, para ser más exactos, las variantes genéticas que causan la enfermedad de Parkinson (EP). Nuestra tarea ha sido productiva y ha conducido a la identificación de los principales genes que causan la EP hereditaria, como la α-sinucleína y el LRRK2, además de 90 zonas del genoma (loci) que se asocian a la EP, que según lo observado en estudios de asociación del genoma completo (GWAS) incrementan ligeramente el riesgo de desarrollar la enfermedad. La identificación de variantes raras en la α-sinucleína y el LRRK2 ha desencadenado un intenso trabajo sobre la biología de la EP y, más recientemente, los ensayos terapéuticos dirigidos a estas proteínas en los pacientes. En el caso de las variantes comunes de los GWAS, ha sido más difícil entender las vías relevantes de la enfermedad, pero recientes avances en la comprensión del control de la expresión y el procesamiento genéticos en el cerebro multiplican drásticamente las probabilidades de que lleguemos a comprender el riesgo de la EP esporádica durante los próximos años.
En todo caso, sabemos que la EP no es una enfermedad homogénea. Algunas personas padecen formas leves de EP, que tienen un impacto mínimo en su calidad de vida durante veinte años o más, mientras que otras padecen formas graves de la enfermedad, que comportan problemas graves de movimiento, equilibrio y memoria/cognición a los pocos años de la aparición de la enfermedad. Sabemos que tener temblores al principio de la enfermedad y ser más joven se asocia a un mejor pronóstico, pero más allá de eso todavía entendemos muy poco sobre la biología y los determinantes de la variación en el progreso de la enfermedad. Esto es sin duda importante, ya que si pudiéramos diseñar tratamientos capaces de reconducir un curso de la enfermedad «maligno» en uno «benigno», dispondríamos de un tratamiento relevante y útil. Creemos que la investigación a gran escala sobre la genética de los resultados clínicos impulsará el progreso en torno a la EP durante los próximos diez años.
Un factor importante para nuestro progreso en la genética de la enfermedad de Parkinson ha sido la colaboración entre investigadores de diferentes centros en distintas partes del mundo, que nos permite combinar los datos tanto genéticos como clínicos de los pacientes que aceptaron participar en la investigación y donaron generosamente su tiempo para participar en los estudios correspondientes. El consorcio ASAP-GP2 nos brinda la oportunidad de ampliar masivamente la investigación de los resultados clínicos en la EP. Nuestro objetivo es combinar estudios de investigación en los que han participado más de 150,000 personas para así descubrir nuevos factores de riesgo para la EP. Como parte de ello, en el Grupo de Trabajo de Integración de las Cohortes de Enfermedad de Parkinson Genéticamente Compleja nos dedicamos a armonizar los datos clínicos de los participantes en investigaciones para permitir investigaciones a gran escala de resultados clínicos que examinen la variación de los resultados de la EP, así como los factores deletéreos y de protección. Hasta la fecha, nos hemos comprometido con más de 70 cohortes distintas en todo el mundo, que van a sumarse al proyecto GP2. Creemos que esto conducirá a avances significativos en nuestra comprensión de la EP durante los próximos dos años.